Las gárgolas se despertaron de su largo letargo, sacudiendo su cuerpo dejaron caer como escamas su piel de piedra. Era el momento, la lucha había llegado y su deber de defender a la humanidad. Para eso habían sido creadas y por ellos morirían. Décadas vigilando, inertes, inactivas, para en un segundo dejar su existencia de miles de años por unos simples seres mortales.
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